Carlos ingresó como
seminarista a la Orden Franciscana Capuchina siendo apenas un niño de 12 años.
Pasó prácticamente toda su vida como sacerdote, al servicio de los demás. Esta
orden religiosa seguidora de San Francisco tiene, al igual que todas las
órdenes y no así el clero, el juramento de Pobreza, Obediencia y Castidad.
Cuentan quienes lo
conocieron y fueron sus maestros que tenía un espíritu muy rebelde e inquieto,
por eso anduvo por muchos lugares: La Rioja, Formosa, Entre Ríos, Buenos Aires
y Uruguay. A pesar de su corta edad fue uno de los integrantes de ese
movimiento de renovación de la Iglesia argentina, llamado el Movimiento de
Sacerdotes por el Tercer Mundo o, simplemente, curas villeros. Desde ese lugar
comenzó su trabajo pastoral.
Durante la Dictadura,
hubo una iglesia militante, minoritaria, que había hecho “la opción por los
pobres” y que por eso fue acusada de marxista y duramente perseguida, siendo
así que muchos miembros de esta Iglesia están desparecidos, como las monjas
francesas o Monseñor Angelelli en La Rioja. Aunque también sabemos que el otro
sector mayoritario de la Iglesia, no solamente no hizo nada para detener las
torturas, sino que apoyó y fue cómplice del terrorismo de Estado.
Carlos armó su propia
capilla en la villa porteña de Ciudad Oculta y desde allí practicó su militancia
y compromiso con los más pobres. Si bien cumplió con las tareas propias de un
cura: celebró misa, bautismos, ofició casamientos y demás; hizo mucho más que
eso: fue cura trabajador, camionero primero y taxista después. Para Carlos, el
sacerdote era un obrero más que debía ganarse el pan y no vivir a costa de los
fieles. En su recorrido como cura villero conoció a un grupo de jóvenes
militantes de Montoneros. Era un hombre pacífico pero, también, un amigo fiel.
Nunca los abandonó aun sabiendo que esa lealtad le podría costar la vida.
Muchos eligieron irse, salir del país, salvarse ellos mismos, pero Carlos,
rebelde de espíritu, en contra de la opinión de sus superiores que le
suplicaban que se fuera, no hizo caso, decidió ser leal y amigo de verdad y se
quedó.
El Viernes Santo de 1977,
8 de abril, fue detenido-desaparecido con su vieja valija llena de hostias,
camino a la Iglesia de Nueva Pompeya adonde iba a confesar y a participar de la
misa. Fue torturado en el Centro Clandestino de De-tención llamado “Club
Atlético”, ubicado en Paseo Colón entre San Juan y Cochabamba y nunca más se
encontró su cuerpo.
En una carta a sus amigos
de 1972, nos dejó sus ideas: Nosotros pensamos que se tiene que vivir el
Evangelio en medio de los más pobres. Uno no puede predicar el Evangelio en la
comodidad de una vida burguesa, desde la altura solemne de un púlpito. Cristo
vivió como un pobre y murió en la extrema pobreza: hasta sus amigos más
cercanos lo abandonaron. Estoy cansado de la hipocresía del mundo, de la comodidad
egoísta de los hombres. Porque todo el mundo se rasca para adentro. Nuestros
políticos no llegan a ninguna conclusión popular. No hacen otra cosa que jugar
con las esperanzas el pueblo.
Era estudiante de Letras
y tenía a su cargo la página “Rincón para la gente que escribe” del diario
Akoku Nippo. Fue además Secretario de Cultura de la Cámara de Tintorerías. El
17 de mayo de 1977 fue secuestrado por un Grupo de Tareas en su domicilio de
Agaces 270, en el barrio de Nueva Pompeya.
Para quedarme en todos
Si yo me llamara juan
ternura
que distinto sería todo
...
dejaría ser yo para ser
todos
un gol de media cancha
entre los pibes
una ternura
abierta entre palomas
un corazón al sol
y un algo indefinible
cubriendo la mañana.
Sin embargo, soy juan carlos
apenas
y no me alcanza para quedarme
en todos.
El 28 de abril de 1977
Rosa Lamorte de Lombardo fue interrumpida de sus sueños a las 2 de la madrugada
en su domicilio de Pompeya donde vivía desde su infancia. Soñaba con un país
diferente que imaginó junto a una generación de luchadores y con un barrio
distinto al que, con su militancia social, contribuyó hasta último momento en
el club Social y Deportivo Corrales.
En un momento en que
muchos miraban para otro lado, mientras en nuestro país se instalaba el
“sálvese quien pueda”, Rosa Lamorte, “Rosita”, como la recuerdan sus allegados,
decidió doblar su compromiso militante.
El “por algo será” de
Rosita tuvo que ver con su compromiso social, con volcar su vocación docente
hacia los más necesitados, con entender que el camino para vivir en un país más
digno era la educación. Y así brindó apoyo escolar gratuito a los chicos del
barrio, muchos de ellos provenientes de la villa 11-14, en ese momento conocida
como la villa de la rotonda de Varela (o lo que las topadoras habían dejado de
ésta).
Proveniente de una
familia peronista, palpó desde muy chica las proscripciones y los golpes de
Estado. De adulta adhirió al peronismo combativo y, acostumbrada a esto de
resistir las dictaduras miliares, continuó su compromiso solidario hasta última
instancia.
El 28 de abril de 1977 un
operativo militar con luces de bengala y bombas de estruendo cercó las manzanas
aledañas con una clara intención de intimidar a los vecinos. Un grupo de tareas
irrumpió en el domicilio de Erezcano 2942 y secuestró a Rosa Lamorte de
Lombardo. Pompeya quedó sin Rosita, Luis Gabriel y Marcelo, sin mamá, con solo
6 y 8 años.
Desde aquella noche de
terror no se supo nada más de ella, solo que pasó por el cuartel de Villa
Martelli, Centro Clandestino de Detención “Logístico 10”. Durante aquel año se
presentaron 5 habeas hábeas en su nombre y se hizo la denuncia a la OEA por su
desaparición.
Desde un primer momento
su mamá Eugenia Costa de Lombardo formó parte de las Madres de Plaza de Mayo
hasta su fallecimiento en el año 1982. Paradójicamente, a Rosita se la llevaron
dos días antes de que las Madres empezaran a marchar en la Plaza de Mayo.
A Rosita, sus familiares
y vecinos del barrio, hoy la recuerdan con mucho cariño por su compromiso con
los más humildes, y con admiración por su valentía al enfrentar los años más
siniestros de nuestras historia con un papel, un lápiz y con el amor de querer
construir lazos solidarios en una de las zonas más olvidadas del sur de Buenos
Aires.
En la actualidad hay un
proyecto de ley para que una plaza lleve su nombre a metros de donde vivió y
militó. Sería un merecido homenaje para que los niños sigan jugando y riendo
alrededor suyo.
Oscar Oshiro nació y se
crió en el barrio de Nueva Pompeya. Hijo de japoneses provenientes de la isla
de Okinawa, vivió hasta contraer matrimonio en Traful 3885, frente a la
calesita de la plaza, donde su familia era la propietaria de la tintorería
“Tokio”.
“Tkasi” o “el Japo” como
se lo conocía entre sus amigos, inició su militancia política desde muy joven.
A fines de la década del ‘50 ingresa en el Partido Comunista, donde llega a ser
uno de los principales responsables de la Federación Juvenil Comunista en el
sur de la ciudad de Buenos Aires. Y en uno de los picnics organizados por la
FJC es donde conoce a su futura esposa, Eduviges Argentina Bressolin, “Beba”, y
madre se de sus dos hijos, Leonardo Oscar y Gabriela Oshiro.
Todos los testimonios
coinciden en que Oscar no tenía necesidad material alguna de trabajar, dada la
holgada situación económica de su familia y la de su suegro. Sin embargo,
decide emplearse en la metalúrgica BTB de Avellaneda, en función de desempeñar
su militancia en contacto directo con los obreros y sus condiciones de trabajo
y de vida. Allí se desempeñó como de-legado sindical de sus compañeros, lo que
le valió ser despedido por la patronal en 1970, luego de encabezar un conflicto
gremial.
En 1967 se agudizan las
tensiones y contradicciones en el seno del Partido Comunista, que generan la
expulsión de miles de cuadros militantes (incluyendo al “Japo”), quienes
deciden construir una nueva organización política: el Partido Comunista Revolucionario.
En tanto, continúa con
sus estudios de Derecho. Consigue ser empleado por los doctores Garelik y
Slodsky, en uno de los tres estudios jurídicos pro-obreros más importantes de
Avellaneda, junto a Gastón Courtade, Weis y Keselman.
En 1974, luego de sufrir
allanamientos y amenazas por bandas parapoliciales, el estudio cierra sus
puertas por lo que Oscar se va a trabajar junto con Courtade, el Francés como
se lo conocía, también fundador del PCR.
Debido a su permanente e
inclaudicable compromiso con los derechos sindicales y sociales de los
trabajadores, que venían siendo gravemente vulnerados desde la dictadura
militar liderada por Onganía, Oshiro sufrió un atentado contra su vida por
parte de la Triple A (Asociación Argentina Anticomunista) en 1975, del cual
pudo escapar arrojándose por la ventana del estudio donde trabajaba en
Avellaneda.
Ante la gran represión
desplegada sobre los militantes populares, que sufría en carne propia, y la
impunidad que gozaba las bandas parapoliciales y militares, el Japo decide
proteger su integridad como lo hicieron muchos argentinos en aquella época:
buscando asilo en la Embajada de México, donde permaneció aproximadamente un
mes.
El Cuerpo Diplomático
mejicano había tramitado y obtenido su salvoconducto, que le permitía exiliarse
en el hermano país, pero un heabeas courpus concedido por un juez de La Plata y
una errónea evaluación de la coyuntura política del país, lo decidieron a
quedarse en su tierra y continuar con el ejercicio de su profesión.
El 21 de abril de 1977,
Oscar Oshiro fue secuestrado, junto a Gastón Courtade, por un Grupo de Tareas
integrado por catorce hombres vestidos de civil, que ingresaron a su estudio
jurídico portando armas cortas e identificándose como miembros de las Fuerzas de
Seguridad. Desde entonces, continúa desaparecido.
Perdió su vida en manos
de dos represores el 10 de marzo de 1977.
Nació en Buenos Aires el
23 de julio de 1952. Su breve vida transcurrió en el barrio porteño de Parque
de los Patricios. Cursó la primaria en el D.E. Nº19 y la secundaria, en la escuela
Normal Nacional Mariano Acosta, de donde egresó como Maestro Normal Nacional.
Ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras donde cursó la carrera de
Sociología, hasta que dicha carrera fue suspendida por la Dictadura militar.
Ejerció la docencia en varias
escuelas del Distrito Nº 19 que incluía, también, las escuelas pertenecientes
al D.E. Nº 21. Su último destino fue la escuela Nº 5 D.E. Nº 11, situada en
Portela 734.
Su compañera Norma
Cornale comentaba sobre él: “ ...Tenía un gran amor por los pibes pobres con
los que trabajábamos. Fue un maestro con gran compromiso social”. Su hermana
Liliana también lo recuerda en actitudes que resumían su manera de ser: “...no
solamente llevaba los chicos a jugar al fútbol, sino también los acercaba al
Hospital cuando tenían algún problema de salud”.
Fue delegado de AUDEC,
recorría las escuelas con mucho entusiasmo. Fue a Huerta Grande, Córdoba,
cuando se creó CTERA.
La delegación de
Principios de AUDEC constituye el pensamiento de los jóvenes de los años ‘70, que
él representaba.
El art. 5º expresa
textualmente: “Que el reclamo más acuciante que se observa en todos los
estratos de la sociedad de nuestro tiempo es el de la liberación:
“…liberación de cada
persona de las condiciones de injusticia social, postergación económica y
alineación cultural, que le impide asumirse como sujeto creador de su
conciencia.
“…liberación de la clase
trabajadora de las condiciones de explotación y marginación a que solamente un
régimen social injusto…”
La Escuela Nº 2 D.E. Nº
21 y el Centro de Formación Profesional de UTE llevan su nombre.
JUAN CARLOS GARCÍA CONDE
JUAN CARLOS GARCÍA CONDE
Juan
Carlos García Conde (Conde: apellido materno que
Carlitos no había alcanzado a incorporar a su documento porque pensaba hacerlo
un poco antes de recibirse) nació en la ciudad de Buenos Aires el 11 de Setiembre de 1954, para ser exactos en
la maternidad del Hospital Pena, legendario hospital de nuestro barrio, por el cual paradójicamente , ese aciago día de su
secuestro , transitó sus últimas horas como practicante de la carrera que tanto amaba . Había
realizado sus estudios primarios en la escuela de la parroquia Nuestra Señora
de las Gracias y sus estudios secundarios en el colegio de Nuestra Señora de
Pompeya. Al momento de su desaparición estaba cursando su 4to. año de Medicina
en la U.B.A. Trabajador desde su adolescencia ( cadete, vendedor, encargado de
depósito (Surrey S.A.) el secuestro lo alcanzó
a los tres meses de haber ingresado como Inspector en la Municipalidad de
Buenos Aires . tarea que realizaba todas las tardes., después de sus mañanas de
práctica hospitalaria, y antes de sus cursadas en la Facu. Amante del fútbol, arquero por elección,
cultor de la música que regalaba con
virtuosismo desde su guitarra, y con voz dulce entonaba “Muchacha ojos de
Papel” deleitando a quienes lo oíamos pero fundamentalmente a su novia. Su vida
transcurría, entre todas esas
actividades y obligaciones las otras que le imponían su generoso corazón y sus
humanitarias ideas. El amor y la preocupación por el destino de otros quedaban
siempre evidenciados en la solidaridad
afectiva y material con su gente, sus amigos, sus compañeros de trabajo y de estudio .
Siempre atento a las necesidades, aún con renunciamientos, propios;
haciéndose
tiempo para trabajar en la villa (aplicando vacunas, llevando ropa, sacando
piojos etc.etc). Con un profundo pensamiento político-social que promovía la concientización y la educación para el
cambio. Pocos meses antes de su desaparición forzada fue activo participante en
la organización de la lucha vecinal
contra el destructivo proyecto de la Autopista, que alentado por el intendente Cacciatore,
planeaba demoler innecesariamente miles
de viviendas en nuestro barrio; mientras ese ladrón y su séquito se llenaban
los bolsillos con negociados por las expropiaciones y por las coimas
empresarias. Así vinieron pasando sus
preciosos y escasos 22 años de vida cuando la irracionalidad y el
envilecimiento humano lo alcanzaron en plena y fructífera juventud.
Siendo la 1.30hs. de la madrugada del día
22 de Julio de l977, un grupo comando fuertemente armado, con cascos con la
sigla PM forzó la puerta del edificio de la calle Almafuerte 679. Sus
integrantes sometieron a algunos vecinos que llegaban en esos momentos, quienes
vieron coches Ford Falcon apostados en la calle. Cinco o seis de esos
monstruos subieron hasta el 2do.piso. Allí en el dto. H la familia dormía sin
imaginar que esa sería su peor noche, a
la cual la seguirían eternos años de
horror y pesadillas. También Juan Carlos dormía. En unos minutos más pasaría a
ser protagonista de una historia de sangre y espanto. Ellos, las bestias,
golpearon la puerta con las culatas de sus armas largas, y profiriendo fuertes
gritos nos obligaron a abrirles. Una vez
adentro nos vendaron los ojos, a Juan Carlos le colocaron una capucha;
revisaron brutalmente toda su
habitación y después de hacerlo vestir
con su traje de calle, y sin documentación alguna, se lo llevaron aduciendo que
era para una investigación.
Esas horas serían seguidas por otras
infinitas de búsquedas fallidas, de
dolor acuciante y de desesperación.
Nunca una respuesta. Nunca una noticia. Nunca la Justicia. Nunca la
VERDAD.
POR SIEMPRE JUNTOS (de Norma García Conde)
ALGO HERMOSO SENTI AQUELLA MAÑANA
CUANDO DEJE DE LLORAR O DE LLORARTE
Y ME DISPUSE A ESPERAR “UN DIA NUEVO”
DIA MEJOR, DIA DISTINTO, SIN FALTANTES
SIN AUSENCIA PUNZANTE.
SUPE
QUE.. EN AQUEL DIA
NO TENDRE QUE BUSCARTE.
Y
ADENTRO MIO PUDE SILENCIAR MI DOLOR,
Y DEJAR
DE LLAMARTE,
Y DEJAR DE PLANEAR… EL PRETENDER CONTARTE
LA
VIDA, Y LOS CAMINOS, DONDE NO CAMINASTE...
LOS
SOLES Y LAS LUNAS DE TANTA VIDA MIA
QUE
PASABA SIN VOS.
Y
ESE DIA…….¡TAN CLARO!
DEJARE
DE VERTE POR MIL LADOS
CORRIENDO TRAS DE MI, PARA ALCANZARME
CAZANDO
MARIPOSAS, FUTBOL EN EL POTRERO
Y TU “PATO MASCOTA” JUNTO CON VOS, DE ARQUERO
DEJARE DE MIRAR…IMAGINANDO ROSTROS
¿SON LOS TUYOS? ¿CAMBIANDO? POR LOS “AÑOS
TRUNCADOS”
¡SON IGUALMENTE BELLOS!! AUNQUE SEAN SOÑADOS!!
DESTELLOS QUE YO VEO EN ESPEJOS DE MI ALMA
¡TANTAS VECES QUEBRADOS!
Y ESE DIA…SIN HORAS, ATEMPORAL, SERENO
YA NO FANTASEARE CON DEMORAR LAS COSAS
¡ESPERAR QUE NO PASEN! QUE NO SIGAN DE LARGO!!
¡QUE SE DETENGA EL TIEMPO HASTA QUE LLEGUES!!
PORQUE TANTO TE EXTRAÑO!!
QUE SE DETENGA EL TIEMPO HASTA QUE LLEGUES
A COMPARTIR LOS SUEÑOS Y ALEGRIAS,
LOS
MIEDOS, LOS DOLORES O FRACASOS
Y ESE
DIA….SIN HORAS, ATEMPORAL ETERNO
YA NO FANTASEARE, QUERIDO HERMANO!
QUE ABRAZES A MIS HIJOS, YO A LOS TUYOS
QUE
PARA NAVIDADES COMPREMOS MIL REGALOS.
CUIDEMOS A LOS VIEJOS, EN TODOS SUS MOMENTOS
Y QUE EN LOS DOS SE APOYEN SUS TRABAJADAS
MANOS.
YA NO FANTASEARE CON DETENER EL TIEMPO
Y AQUEL
DIA ESTARE CON VOS, EN DONDE VIVES
NO SERA UN FUGAZ SUEÑO, UNA LOCURA!
QUE EN SILENCIO SOÑE POR TANTOS AÑOS
EL REENCUENTRO
SERA… ¡MEJOR QUE EL ESPERADO!
VOLVERE, ESTOY SEGURA, AMIGO MIO ,
!HERMANO!
A
SENTIR Y PALPAR ..MI MITAD, MI COSTADO
ESO QUE SIEMPRE FUISTE Y QUE ME ARREBATARON
.
TE ABRAZARE MUY FUERTE.. (ABRAZO DE OSO)
ME MIRARE EN TUS OJOS, SIEMPRE HERMOSOS!
Y DIOS NOS SONREIRA QUERIDO HERMANO!!!
MIGUEL ANGEL CASTIGLIONE
El recuerdo, los
relatos que cuentan de quienes no están y algunas fotografías son lo que
mantiene a mi familia ante los acontecimientos del siglo XX. Miguel Ángel
Castiglioni es mi padre y Susana Beatriz Gómez es mi madre. Corriendo por la
vida en 1974 los juntó el compromiso social y el amor; entre cines, cafés,
libros y reuniones compartieron la lucha.
Viajando en
trenes de capital a provincia, a juntarse y mezclarse, militar y trabajar en la
construcción de una América libre, ante la escalada de violencia, destrucción y
adoctrinamiento por parte de la derecha católica y los que a fuerza de
conquista y muerte se adueñaron del capital productivo.
En esto no estaban solos, sus compañeros se
cuentan por miles, desde su partido el P.R.T. y desde todo el campo popular que
se sentía pueblo.
Con los años fui
conociendo esto de ser comunista, marxista leninista, nicaragüense, cubano,
chileno, de exilios en el Perú, Madrid, París y Upsala. Como un juego de
ladrones y policías me di cuenta que ser hijo de un P.R.T no podía ser contado
ni en la escuela ni en la casa de mis compañeros.
Los domingos la
cuadra quedaba vacía de amigos, era la calle Evasio Garrone de Bº Don Bosco,
vivíamos entre la capilla y el III Cuerpo de Ejército. En ese barrio todos
estaban en catequesis o casi todos, yo mismo fui tres veces. Pasando el tercer cuerpo (siempre lleno de colimbas
con sus boinas rojas) estaba La Calera y la escuela pública Sarmiento, la
señorita Mirta nos enseñaba que Dios creo a la tierra en seis días y que el
séptimo descansó.
Mi padre sí fue
a la iglesia, desde chico cumplió con todos los ritos establecidos. Tengo el
recuerdo de su foto de primera comunión muy presente, es de un tono naranja
casi ámbar, de grueso papel, tiene sus manos envueltas en el rosario, de rodillas
orando, con una fantasmagórica imagen de Cristo arriba a la izquierda en
segundo plano. Otra foto lo muestra con una guitarra, en El Tigre, al fondo se
pueden ver las mesas del retiro de mi abuela Carmen “La gallega” (se llamaban
así a los paradores que se servían comida y bebida). Le gustaba el río, su
perra doberman lo sacaba de la corriente cuando se alejaba mucho y también rescataba
los patos cuando llegaba la creciente. En otra foto, color ámbar, lo veo
contento, es chico, sale con una guitarra mucho más grande que él con la rivera
del Tigre de fondo, aprendió a tocar con los clientes, tenía mucha facilidad
para comunicarse y se hacía rápido de amigos.
Es difícil
hablar de mi padre sin contar de mí, él no está y siempre estuvo.
¿Quién
desaparece puede aparecer?
Por más que
quiero no logro recordar su rostro, lo que si recuerdo son los viajes en tren y
el ruido de las rejas al cerrarse que hay en las cárceles.
El y su madre
siempre mantuvieron una unión inseparable, ella lucho por él como él lo hizo
por todos sus compañeros y su compañera.
La Gallega, llego
del exilio en España al comienzo de la democracia, la traen las desventuras
familiares y el amor de sus compañeros y compañeras como Clarita, Nora Cortiñas,
Emi y Santiago D`ambra, María Adela Antokoletz, Sonia, Irma, Otilia, Inés, El Gringo
Zanotti, Marite, Mirmi, Ana, Olga Arédez…y tantos más, la resistencia que se
cuenta por miles, que continuó la lucha por los 30.000 desaparecidos.
Yo aún no tenía
el apellido de mi padre, eso para ella era algo muy fuerte y me decía: “bueno,
no te olvides quién sos, no te olvides de dónde venís y a dónde tenés que ir”.
En otra foto se
lo ve con una pelota de plástico a rayas, haciendo una gambeta, solo, en el
mismo paisaje del Tigre, era de Estudiantes de La Plata un pincharata.
En una imagen de
playa de Mar del Plata, se lo ve
contento, en familia, un día de sol con su madre, tía y primos, en el medio de
su estómago se ve una cicatriz enorme, “lo cocieron como un matambre” relataba
mi abuela. Lo había atropellado un auto, casi muere, entre un médico y ella lo
habían salvado. Estuvo cerca de la muerte y creo que no le temía después de lo
que vivió. El tiempo en reposo le permitió leer, su habitación estaba llena de
libros, había pilas y pilas de libros. Donde él estaba, siempre había libros.
De pibe visitaba
la villa y enseñaba a los chicos a leer y a escribir, sin que nadie lo haya
obligado o le haya dicho qué hacer. Su madre siempre laburó mucho, y eso, mi
viejo lo tomaba muy en cuenta, tenían una relación muy especial. A él siempre
le gusto estar con gente, desde muy chico, por ejemplo, se había hecho amigo de
los colectiveros y ellos lo llevaban a todos lados, así que se subía al
colectivo y se la pasaba todo el día viajando, ella lo dejaba, no tenía miedo,
confiaba en él.
La imagen que
más veces vi de él, en las pancartas y en el diario, es un recorte de su rostro
de una foto en la que sale con traje y una copa en la mano, sonríe, es una
fiesta de quince, parece más grande de la edad que tiene.
El estudió en la
Facultad de Filosofía y Letras en Buenos Aires, donde 30 años después expuse la
muestra fotográfica “América Latina Lucha y Resiste”, allí me encuentro con su
legajo, primero veo la foto, salía distinto, para mí fue muy importante verlo
así, porque tenía otro peinado, se le veían distinto los ojos, no sé…como decir…
“uf! una nueva imagen” y su firma, la primera vez que la veía. El registro decía
que se había anotado en tres materias, de las cuales una había cursado, no sé, seis
meses y a las otras dos no había podido ir, era una persona normal que hacía
algunas cosas y dejaba otras de lado.
Hacer la muestra
en ese momento, unir todos mis viajes a través de movilizaciones populares, las
marchas y los carnavales me acercaron a él y se lo dediqué, lo hice pensando en
él, por eso después de la facultad expuse en IMPA, que fue la primer fábrica
recuperada.
Empecé a buscar…
a preguntar más, a juntarme con sus compañeros y amigos, entre ellos Humberto
Paz, que compartió el exilio en Perú y otros que estuvieron en cana con él,
cómo los hermanos Menajovsky. Su primer trabajo fue en un Banco y rápidamente
se unió al movimiento obrero, estando en una huelga de hambre lo detienen y
realizan un allanamiento en su casa materna de la Av. Montes de Oca, allí le
encuentran libros de Marx, Lenin, Trotsky y poesías de García Lorca entre
otros. Por este material subversivo para los canallas, purga varios años preso
donde reafirma su postura política y se afilia al P.R.T., enseña filosofía a
sus compañeros, estudia, dibuja y actúa en obras de teatro para luchar contra
el encierro.
Al salir se
conoce con mi madre por Eduardo Menajovsky, quien lo incentiva con la relación,
se van a vivir y a luchar juntos. Trabajaba en una fábrica textil, las condiciones
de trabajo eran pésimas, le hacían muy mal a sus pulmones, La Gallega les
limpiaba la casa sin que supieran, cuando estaban trabajando, les llevaba
comida y lo que creía que les hacía falta. Mi madre contaba que vivían en una
casita muy humilde, se inundaba, fue un corto tiempo juntos que en su tiempo
fueron años, según ella. Yo se lo volvía
a preguntar siempre, me gustaba que me contara eso. Y eran siempre los
mismos relatos.
Ellos estaban en
prensa y difusión del P.R.T. y se encargaban de la logística de entrega y
distribución de la Estrella Roja, tenían un Ford 350 para los repartos, con un
buche secreto para guardar el material en la caja del camión, cuenta Santiago
Ferreyra que tenía un conocimiento muy bueno sobre los ramales de la provincia
de Bs. As. lo que les posibilitaba saltear los controles y enviar el material.
La relación con
su padre no era buena, diría que pésima, se hablaban muy poco.
Cuando mis
padres se enteran que van a tener un hijo, el busca un amigo, al que sentía como
un padre para elegir mi nombre, era un dirigente metalúrgico y él le dijo que
me ponga Nicolás, que fue unos de los seudónimos que utilizo Lenin en el exilio
antes de la revolución. Acordaron con mi madre que dos nombres eran de burgués
y Nicolás es mi nombre.
Lo detienen en
el Ford 350 (cargado para la revolución) con miles de volantes conmemorando a
los héroes de Trelew, los agentes de la muerte le pisaban los pies. Días
después nací en La Plata, con milicos en la puerta de la sala, tenemos que huir
de la clínica, la vida peligra. Mi padre está preso… un extraño ramo de flores
con la frase “tus compañeros” está en la mesa de luz, llega mi abuela y mi
madre le dice “ándate Carmen creo que chuparon a los compañeros”… los cumpas no
aparecen, ella sospecha lo peor y decide tomar un tren a Constitución, se va a
la Av. Montes de Oca a lo de mi abuela Carmen que nos espera.
Después vendrán
las visitas a mi padre en la cárcel, quizás ahí comienzan mis recuerdos de los
ruidos del presidio. El Tano, un compañero detenido con mi padre, me cuenta
sobre una huelga de hambre, paso tantos días sin comer que ya no podía leer ni
salir al patio, para poder sobrellevarlo hacía dibujos para mí. Luego viene
Onganía y el exilio a Perú, que lo llevan a estar lejos de sus afectos. El retorno
lo emprende al enterarse de nuestra detención, cuando una patota de la federal
irrumpe en la casa, al parecer por la denuncia de mi abuelo de que en su casa
había subversivos, estamos nosotros tres, Inés Urrampilleta, Rita y su pareja
El Gringo. En la comisaría le piden a mi abuela que denuncie a los subversivos,
que les diga dónde está su hijo, mientras me ponen una pistola en la cabeza al
grito de “se lo voy a matar”. Quedan todos detenidos en Devoto. Me recupera mi
familia materna y me trae a Córdoba.
Miguel Ángel
tocó el timbre el 6 de septiembre de 1976 en Av. Sabatini 1996, es la casa de
mi bisabuela Roberta en Córdoba capital. Allí vivo con mi abuela materna Lala y
sus hermanas, fue a verme para mi cumpleaños, fue nuestro último cumpleaños
juntos, la clandestinidad no posibilitaba los encuentros familiares. Lala lo
recuerda como “un lindo muchacho, alto, agradable” que había pasado un día
conmigo, me llevo unos regalos y que iba a volver a buscarme… después no volvió, el seis de septiembre fue la última
vez que lo vimos. Sé que paso por la casa de su tía en el barrio Barrancas de
Belgrano y ella por temor no le abrió la puerta, tenía el pelo largo y barba.
El 26 de
noviembre de 1976 le llega un caramelito del partido a la cárcel de Devoto a mi
madre informándole de la desaparición de Miguel Ángel en cercanías de la Plata,
desde ese día lo busca incansablemente, lo que los unió no se puede separar.
Personalmente creo
que amaba a las personas, eso lo hizo relacionarse de forma especial con la
gente que necesitaba de alguna manera el apoyo de otros para poder vivir mejor.
Para mí fue un luchador, eso es indiscutible y una persona feliz, que supo
enamorarse, que supo encontrarse con otros, que le gustaba la lectura, que le
gustaba escribir, que le gustaba manejar, andar en el camión por Buenos Aires repartiendo
la Estrella Roja. Tenía capacidad de organización y era responsable en su
militancia. Me parece que se encontró también en un momento especial de la
historia y lo supo respetar, se dio cuenta que él tenía un conocimiento y que
lo podía transmitir a otros y eso podía servir para generar un cambio. Es algo
que lo marca mucho a él y a todos sus compañeros. Prefirieron hacer a callarse,
prefirieron decir que no, fueron hombres de acción.
Pd: Gracias a Coti
y Gina por las correcciones.
JOSE ALFREDO MADRID
JOSE ALFREDO MADRID
En 1969 era un joven
maestro suplente de sexto grado de la Escuela Félix de Azara, No 22 de Jornada
Completa del Distrito Escolar XV del Barrio de Saavedra.
Alto, con el
cabello corto, castaño, levemente enrulado,
de anteojos. Popular entre sus alumnos se destacaba por su trato amable
y el clima cordial que había en sus clases.
El Director de
la escuela, Jorge Andrés Weigel Muñoz, era exigente con el personal docente y
al mismo tiempo proponía una disciplina libre para los alumnos y velaba por un
trato cuidadoso, reclamaba escuchar al
alumno, agotar el dialogo ante alguna falta,
preferir la reparación de la falta y la reflexión compartida guiando
positivamente a los alumnos antes que
recurrir a una sanción. Este
Director nos formó en el respeto profundo por los alumnos, cuando éramos muy
jóvenes docentes y el estilo general de
la época para tratar a los alumnos
continuaba siendo autoritario. Ese modelo de trato me acompañó siempre, lo
aprendimos bajo su conducción,
Madrid tenía una
especial predilección por la música en general y por el canto gregoriano en
particular. Redactaba guiones radiofónicos sobre canto gregoriano y en sus clases solía haber música de fondo. Pensemos que era una época en la que el
soporte musical eran discos, recién aparecían los larga duración y el grabador
de la escuela era un aparato a cinta de marca Geloso. Tener música en el aula
era técnicamente complicado.
De cuarto a
séptimo grado las aulas estaban en la planta alta de la escuela, Madrid tenía
su aula en el recodo de la escalera, sobre el espacio que ocupa la biblioteca en la planta baja.
Compartíamos el
almuerzo con los alumnos, la jefa de cocina se llamaba Porota y nos trataba con
simpatía. Madrid solía repetir los platos y Porota le servía porciones
abundantes.
Una habilidad
especial por el dibujo lo distinguía. Era capaz de copiar de modo fotográfico.
A veces dibujaba
a pulso un boleto de colectivo y lo coloreaba recortándolo luego con una tijera
no era posible distinguirlo del original.
Esa habilidad la
usamos a veces para hacer bromas entre el personal docente, consistentes en
redactar un comunicado, con la firma del Director (que era compleja pero que a
Madrid le salía con facilidad) donde se
exigía algo exasperante, por ejemplo: estacionar a cada docente en un sector
específico del patio con prohibición de reunirse o conversar entre colegas
durante los recreos o presentar una planificación en un plazo perentorio, Como
es de imaginar nos divertíamos con las reacciones de las compañeras que al
enterarse de la supuesta nueva obligación, descargaban todo su fastidio ante
nosotros y por supuesto a espaldas del director
Otros docentes
de esa linda época fueron los señores Lucero, Lozano, Montenegro. La Sra. De
García. La Sra. De Alonso, entre otros que mi memoria ya no retiene, también el
Vicedirector Sr. Javier Benielli (hijo del autor de la Marcha de San Lorenzo),
de muy buen trato y paciencia con nosotros, era el encargado de visar nuestras
planificaciones bimestrales y diariamente los leccionarios, que muchas veces no
presentábamos a tiempo.
Pascual
Peyrelongue, docente jubilado. 11/05/2012